Una garzanegra baila la danza inmóvil
En el otro lado del mundo,
sobre el hilo de la vida,
una garzablanca inventa el equilibrio
¿Voy a escribir, después, sobre los dobles?
El cielo gris, sin estrellas
¿Con qué valor hablar del psicoanálisis?
Garza es mi pena, esbelta y negra garza,
¿Hablar luego de Sócrates al médico?
Cabezas brunas
de las garzas que vienen
de las lagunas.
¿Voy, después, a leer a André Bretón?
Las hadas del estanque,
son garzas virreinales.
¿Cabrá aludir jamás al Yo profundo?
Otra busca en el fango huesos, cáscaras
¿Cómo escribir, después del infinito?
Porque en el lago de gemas y tules
es una alegría de garzas azules.
¿Innovar, luego, el tropo, la metáfora?
Junto al zócalo griego
la niña de la garza
mira la distancia.
¿Hablar, después, de cuarta dimensión?
Con sus ojos claros
de mirajes bellos,
con ansia de vuelo.
¿Con qué cara llorar en el teatro?
Junto al zócalo griego,
la niña de la garza
contempla el alba.
¿Hablar, después, a nadie de Picasso?
Las garzas van como en un entierro, sollozando
¿Cómo luego ingresar a la Academia?
Garzas inmóviles
equilibran la cuerda
¿Con qué valor hablar del más allá?
Sueña tender el vuelo
la niña de la garza.
¿Cómo hablar del no-yó sin dar un grito?
Garza es mi pena, esbelta y blanca garza,
sola como un suspiro y un ay, sola,
Son dos viejos caminos blancos, negros.
Por ellos va mi corazón a pie.
Nota:
Foto: Eva Lewitus
Texto: Fragmentos múltiples de poemas varios, de César Vallejo, José María Eguren, Miguel Hernández, y de otros poetas que me olvidé apuntar.
Agradecimientos:
A Eva por la hermosa foto y sus cariños
Al Rhada por la amistad y las malas ideas
A los demás amigos por llegar a leer hasta aquí
Y a mi mismo, sin ánimo de levantar polvareda.
© David Arce
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