martes, 12 de julio de 2011

Ò abre alas / David Arce

Aunque ya estoy muerta quiero levantar mi voz, como una antorcha en el aire, abriéndome paso entre las brumas del pasado, y cantar.

Ó abre alas Que eu quero pasar

Pero mira a esa mujer, cómo baila, cómo han cambiado los tiempos. Y pensar que yo la ayudé a venir al mundo, casi se desangra la pobre María, su santa madre. Ese 17 de Octubre de 1847 estaba lloviendo y la partera también estaba de parto, así que yo la atendí. No te creo. No me faltes el respeto mocosa, que aunque tú pareces más vieja, yo soy tu abuela, sólo que yo morí más joven y tú llegaste hasta vieja, pero bien te puedo dar un par de nalgadas por contestona. Déjate de cosas abuela, que entre los muertos ya no tenemos edades.

Ó abre alas Que eu quero pasar

Todavía siento hervir mi sangre negra cuando escucho a las escuelas de samba preparándose como en nuestros tiempos, yo casi le prendo velas y la vuelvo santa, porque fue la única mujer que se atrevió a luchar por nuestros derechos, de mujeres y de negras. A mí me dio mucha pena cuando murió dos días antes del carnaval del 35, me acuerdo muy bien que fue un jueves 28 de febrero por qué ese día se me vino la regla a chorros después de andar angustiada que no me venía.

Eu sou da Lira Não posso negar

Mira cómo sigue cantando y bailando. ¡Ay! no me empujes que aquí está muy estrecho y no alcanzo a verla. Yo te cuento comadre, parece que una luz le cubriera el cuerpo y lanza su voz al viento y se le ve el

latir del corazón, y vieras el hermoso vestido que tiene. Yo me acuerdo del vestido blanco con blondas que usaba cuando ella tenía ocho años, lo manchó con barro cuando vino corriendo a ver el piano que su padre, José Basileu, aunque militar, le había comprado por su cumpleaños. Le hubieras visto sus grandes ojos de niña ponerse rojitos y aguachentos. El padre le dio una buena educación, que a ninguna de las mujeres de nuestro tiempo se le daba así nomás, aprendió latín, francés, piano, geografía y además aprendió a leer y a escribir.

Eu sou da Lira Não posso negar

Dicen que su padre le arregló el matrimonio con Jacinto do Amaral, por conveniencia dicen, la pobre no quería casarse, tenía apenas 16 años y parecía una palomita, y el hombre era un rudo marino mercante

que no le interesaba la música para nada, le hizo dos hijos pensando que así la mantendría atrapada, pero se equivocó. Yo no me acuerdo de los nombres de los hijos, ¿tú te recuerdas? João Gualberto y Maria do Patrocínio, vecina, se nota que la muerte no te mejora la memoria. Ustedes las mujeres son bien chismosas dicen cosas que a ustedes se le ocurren, pero pregúntenme a mí, que fui testigo presencial, yo era un joven grumete del buque Sao Paulo y muy claro escuché cuando el señor la puso entre la espada y la pared: O tu música o yo. Mala pregunta, la Chiquinha escogió su vida: la música. “Pues señor, mi marido, yo no entiendo una vida sin armonía”, le contestó resuelta. Pero la pobre regresó porque descubrió que estaba embarazada de un tercer hijo: Hilário. Pero igual, poco después se marchó dejando el hogar.

Ó abre alas Que eu quero pasar

“Desde este momento estás muerta y tu nombre será impronunciable en esta casa Francisca Edwiges”, -le increpó el padre furibundo ante el qué dirán de la gente de nuestra época. Yo estuve allí, por eso es que lo escuché. Ella no lloró. Se puso pálida, dio media vuelta y salió de la vida de su padre. El pobre estaba muy ilusionado con ella, se pasaba horas viéndola tocar y en secreto odiaba la bagatela de Para Elisa, sabía

exactamente en qué momento se iba a equivocar, la misma nota donde la mayoría de alumnos se equivocan. Lloraba cuando escuchaba tocar la Sonata Nº 8, la Patética, de Beethoven. Y mucho más se alegró cuando a los once años compuso su primera música: “Canção dos Pastores”, un tema de navidad. En ese momento no imaginaba que pocos años después la echaría de su vida.

Ó abre alas Que eu quero passar

A mí sí me gusta esta mujer, dedicó su vida a lo que ella más quería, la música y a luchar por los derechos de las mujeres oprimidas y a favor de la abolición de la esclavitud. Yo lo sé porque mis huesos son los más viejos de entre ustedes, y yo conocí la independencia y la formación del Imperio, vi caer a Pedro I, y ascender a Pedro II que a la fuerza lo hicieron mayor de edad. Después vino la república, el año 1889. En ese tiempo, Río de Janeiro era casi un pueblo, con malos olores, la gente jugaba carnavales con agua, polvos de colores, papel picado, ahora compiten las escuelas de samba. El carro alegórico que encabeza cada escuela es el abre alas, como la canción que está cantando la Chiquinha. La compuso en 1899, el mismo año en que conoció a João Batista Fernandes Lage, un joven portugués de apenas 16 años, su amor para el resto de su vida, cuando ella tenía 52.

Rosa de Ouro É que vai ganar

“¡Aquella Chiquinha es un diablo! Fue nuestra compañera de propaganda en la plaza pública, en los cafés! Nunca nos abandonó”, -afirmó Lopes Trovao, un republicano, en el periódico Patria, en 1921. ¿Eso

publicó? Lo que más gusto me da es que fue la primera mujer en dirigir una orquesta en Brasil.

Rosa de Ouro É que vai ganar

¿Pueden dejar de chismosear y dejarme escuchar la voz de la Chiquinha Gonzaga? Me gustan estas noches de luna en que parece que despierta, alza la voz y canta, la mejor de sus canciones.

Ò abre alas

©David Arce

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